Una meta es una decisión, un objetivo a conseguir, una
consecución de un camino que franquear. Ponerse una meta es relativamente fácil,
uno piensa en lo que desea, indaga en sus preferencias (se expone una manera de
hacerlo en un post anterior, “Yo y mi Yo”)
y se pone esa meta, pero ¿cómo se llega a esa meta? esa es la pregunta que se
hace la mayoría de la gente y es lo que se va a explicar en este post.
Como dice el título de esta entrada, toda meta tiene
muchos caminos, un mismo objetivo puede tener mil formar al que llegar a él,
simplemente hay que elegir el correcto para nosotros.
Desde la Terapia Icónica (Santiago, S) se presenta una
manera de elegir ese camino, de indagar en las opciones positivas y negativas
de cada paso para ir seleccionando el indicado.
La técnica que se propone, desde esta metodología, se
llama “Técnica del Ramillete” y tiene
los siguientes pasos:
1. Recuerda tu meta vital: Establece un
objetivo, una meta final y divídela en metas cortas, las cuales deben de ser
realistas y consecuentes con lo que queremos conseguir.
2. Piensa en las alternativas (mínimo
4): una vez dividida la meta en submetas, debemos elegir cuatro alternativas
para llegar a ella, cuatro caminos que nos lleven a esa meta.
3. Describe las ventajas e
inconvenientes; ninguna será la correcta al 100%: Posteriormente se deben de
pensar las ventajas y los inconvenientes de cada uno de los caminos. Es importante
saber que ninguna será la correcta totalmente, todas tendrán algún
inconveniente que deberemos de asumir y afrontar de manera positiva.
4. Asume los inconvenientes: Como se
exponen en el punto anterior ninguna elección es correcta al 100% y debemos de
asumir los inconvenientes que puedan aparecer y posteriormente las
consecuencias que tenga el llegar a la consecución de la meta, ya sean positivas
como negativas.
5. Es imprescindible pensar que “no
avanzar”, estancarse en la elección de una decisión, es avanzar en una decisión
indefinida que te mantiene en el problema: La elección de la alternativa de camino es importante y debe de
hacerse, una vez estudiadas las desventajas y ventajas de cada opción, hay que
elegir. No importa si al final no es la alternativa correcta y no se consigue
llegar a la meta, no hay que tomarlo como un fracaso, sino como una aventura en
el camino, como un entrenamiento para posteriormente seguir otro camino con
mayor fuerza, con un aprendizaje adquirido del anterior y una mayor sabiduría de nosotros mismos y de nuestras capacidades.
Esta técnica se llama Ramillete
porque de una meta salen submetas y de esta alternativas con sus puntos
positivos y sus puntos negativos y acaba siendo un camino ramificado con diferentes
sendas que hay que seleccionar y explorar con una visión positiva y consecuente
con lo que queremos conseguir.